El empleo, de Santiago Bou Grasso

Confieso que estoy escribiendo con un poco de resaca. Sé que no es la mejor forma de hacerlo, pero es que ayer cuando salí del trabajo no quería irme a casa. Lo único que me apetecía era continuar con mis compañeros de trabajo y amigos hablando de animación, y de otras mil cosas. Eso sí, al calor de un par de cervecitas porque como diría mi "jefe", no todo puede ser sufrimiento en esta vida. Es por este motivo que me considero un auténtico privilegiado. Trabajo en lo que me gusta y con alguna gente a la que adoro y que me adora.

El motivo de que os suelte este rollo es porque hoy es 1 de mayo, dia del trabajador. Son malos tiempos en España para los trabajadores. Superados ampliamente los cuatro millones de parados, políticos, sindicatos y patronal hablan sobre la posibilidad de un Pacto Político y Social. Ésta es la respuesta política de la crisis. Sin embargo, hay muchas otras formas de transmitir mensajes, como la del arte. Y ésta es precisamente la que utiliza Santiago Bou Grasso, director del cortometraje que hoy os presento, El empleo.
Independientemente de que nos encontramos con una película y, por tanto, con una forma de expresión con diferentes códigos que la política o el periodismo, esta verdadera obra de arte cuenta con un discurso al nivel del mejor Gabilondo o Ruíz Gallardón. Pero además, El empleo emociona.

Es habitual en nuestro país que ciertos personajes de nuestra farándula hagan activismo político aprovechándose de la posición ventanjosa que su profesión le ha otorgado dentro de nuestra sociedad. Como ciudadanos son perfectamente libres de defender lo que quieran, faltaría más. Sin embargo, cuando un director o un actor necesita cambiar las cámaras de cine por la de los telediarios para transmitir su mensaje, no hacen si no demostrar la incapacidad de expresión a través de los códigos que deberían y que ellos conocen, los del cine. Y esto es precisamente lo que hecho Bou Grasso, comunicar al más alto nivel a través de su forma de expresión, la animación.